C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20240207-23)
Bien de interés cultural –  Decreto 10/2024, de 31 de enero, del Consejo de Gobierno, por el que se declara Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid, el Flamenco en la Comunidad de Madrid
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BOCM

MIÉRCOLES 7 DE FEBRERO DE 2024

B.O.C.M. Núm. 32

tentes, aunque ligeros; vestidos enterizos y ceñidos al cuerpo mediante un corte de
seis piezas y abiertos desde la cadera; se rematan con volantes en faldas y mangas,
que pueden variar desde un barroquismo extremo hasta una estilización absoluta.
El vestido puede incorporar la bata de cola; la bata de cola es de una sola pieza,
con abundantes cortes, su largo se prolonga en diagonal en la parte posterior hasta formar la cola, de un metro o metro y medio, cubierta de volantes y forrada por
dentro de volantes más pequeños. El calzado, un zapato cerrado de tacón abrochado mediante trabilla o cordones y el mantón completan el conjunto. Mantón, bata
de cola y zapatos son productos artesanales. El atuendo clásico para el bailaor es
una modificación del traje campero: una chaqueta corta adornada con materiales
ligeros y lujosos y un chaleco que admite ciertos adornos. La camisa suele ser de
seda o de algodón, con mangas ancha y sisa baja, lo que permite el juego de los
brazos. A veces lleva encajes y jaretas verticales y botonaduras de filigrana o azabache. El pantalón suele ser muy ajustado y de tiro largo. Pueden incorporar como
ornamento una faja, un pañuelo o un sombrero. Las botas de bailes son cortas y
estrechas, con tacón alto para ejecutar el taconeo.
B. Justificación de los valores que lo hacen merecedor de su declaración
como Bien de Interés Cultural
B.1. Justificación social y cultural:
Fue la prensa madrileña la que identificó por primera vez el Flamenco como género
musical y artístico, a mediados del siglo XIX. Desde entonces, hasta los últimos eventos celebrados, la continuidad histórica del flamenco en la Comunidad de Madrid es incuestionable. Y ello gracias a las posibilidades que ha ofrecido la capital a los artistas del género y a
la aceptación por parte del público, lo que ha permitido su evolución y valoración.
El flamenco ha sido programado en Madrid por entidades públicas y privadas, ofreciendo a los artistas interesantes oportunidades de trabajo. Su aceptación entre el público
de Madrid responde, entre otras razones, a la propia idiosincrasia de la sociedad madrileña,
amalgama, conformada por personas que provienen de muchos lugares y condiciones distintos. Desde el siglo XIX el flamenco ha sido parte de la cultura de la ciudad, generando
un sentimiento de pertenencia en muchos inmigrantes y desarraigados por el sistema. En
teatros, cafés cantantes, colmaos, peñas, tablaos o clubes de música, el artista flamenco ha
podido hacer uso de su libertad creativa, mostrando al público sus creaciones, tradicionales
o mestizas, encontrando siempre público para ellas. El público siempre ha estado receptivo
a la tradición, pero también ha sabido abrirse a nuevos aires, desde los caracoles de Antonio Chacón de finales del XIX, al Sonido Caño Roto de los años setenta o la voz de Camarón durante la movida madrileña.
Muchos locales históricos de la ciudad son símbolos de la historia del flamenco, como
el Tablao Flamenco 1911 (antiguo Villa Rosa), el Corral de la Morería o el Teatro Pavón;
los sucesos ocurridos en ellos ocupan un lugar destacado en la memoria colectiva: las grandes fiestas en los alrededores de la Plaza Santa Ana, los encuentros en las ventas a las afueras de la ciudad después de una noche de tablao o las fiestas en la Cueva del Candela. Sucesos que han marcado el carácter del género y de sus ejecutantes.
El artista flamenco que viene en la actualidad a Madrid sabe que puede acudir a lugares donde es posible la asociación con otros artistas, a centros de enseñanza y a salas donde tener la oportunidad de iniciar su carrera profesional.
En Madrid existen muchos tipos de públicos interesados en este arte, con expectativas
diversas con respecto a él. Los tablaos siguen siendo la escuela de muchos artistas, la peña
es un mecanismo de asociación ciudadana con el flamenco como foco de interés común, los
clubes de músicas acercan el flamenco a otros públicos y los grandes teatros siguen proyectando a los artistas flamencos de reconocimiento internacional. Anualmente surgen festivales o ciclos culturales donde el flamenco se integra, generando mayor afición entre la ciudadanía. Todo ello, refrendado por un uso privado del género entre una parte de la
población, que sigue construyendo sus lazos afectivos entorno a la práctica del flamenco de
generación en generación.
Con todo, el flamenco es relevante en la Comunidad de Madrid porque tiene un arraigo histórico documentado, porque ofrece trabajo diario a muchos artistas, porque sigue
siendo capital simbólico para varios barrios y distintas familias de madrileños y porque el
público sabe que el flamenco que se exhibe en las salas de Madrid es “flamenco purísimamente impuro”, siendo este el único flamenco posible.

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