C) Otras Disposiciones - CONSEJERÍA DE CULTURA, TURISMO Y DEPORTE (BOCM-20240207-23)
Bien de interés cultural –  Decreto 10/2024, de 31 de enero, del Consejo de Gobierno, por el que se declara Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid, el Flamenco en la Comunidad de Madrid
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BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 7 DE FEBRERO DE 2024

B.O.C.M. Núm. 32

como El Duende, de Pastora Imperio o Los Canasteros, de Manolo Caracol. Los tablaos de
Madrid ofrecían espectáculos de cante, toque y baile flamenco y, a partir de la apertura del
Corral de la Morería en 1956, empezaron a ofrecer además servicio de restauración.
Zambra y los demás tablaos flamencos que se abrieron en Madrid desde 1954 en adelante se convirtieron en receptores de artistas de distintas generaciones y latitudes, veteranos y recién llegados. El tablao posibilitó la convergencia de tradiciones musicales diversas que sirvieron para armar nuevas formas expresivas que enriquecieron y ampliaron los
recursos musicales de los espectáculos, provocando la evolución del flamenco dentro del
propio tablao.
También las peñas flamencas se convirtieron en punto de encuentro entre el flamenco
joven y el experimentado de la ciudad. Hasta principios del siglo XXI, en la Comunidad de
Madrid hubo cerca de una treintena de peñas flamencas: El Parral, la Peña Fosforito, la Peña
Charlot, la Peña El Duende o la Peña Chaquetón fueron algunas de ellas.
En los años sesenta y setenta hubo un gran interés en torno al flamenco: se publicaron
revistas como Ópera flamenca, Cante andaluz, Mundo flamenco o Alma 100, se crearon
Asociaciones como la Sociedad de Amigos del Cante Flamenco y el Club de Estudios Flamencos (1964-1965), y se crearon instituciones como el Centro de Estudios de Música Andaluza y de Flamenco. A todo ello se unió la actividad cultural de los colegios mayores universitarios, entre los que destacó la desarrollada por el Club de Música del San Juan
Evangelista, que recibió a jóvenes artistas que presentaron el flamenco contemporáneo al
ámbito universitario madrileño; en él nació la Primera Reunión de Arte Flamenco en la Universidad (1972) y dio su último recital en público Camarón de la Isla.
En el Corral de la Pacheca, tablao del barrio de Chamartín que tomaba su nombre del
que tenía en el siglo XVI el actual Teatro Español, se grabó en 1978 el programa musical
“Cantares”, dedicado a la copla y al flamenco, de la mano de Miguel de la Hoz y Lauren
Postigo, emitido en TVE en horario de máxima audiencia.
Mientras tanto, el flamenco se convertía en la marca de identidad de los habitantes de
los Poblados Dirigidos de la periferia de Madrid, especialmente para la comunidad gitana.
Uno de ellos fue el Poblado Dirigido Caño Roto de Madrid, que da nombre a uno de los
subgéneros del flamenco madrileño: el Sonido Caño Roto.
Las iniciadoras de este particular sonido fueron dos gitanas criadas en el barrio de San
Blas: Tina y Carmela Muñoz Barrull, quienes consiguieron revolucionar el flamenco en los
años setenta con el nombre de Las Grecas; Las Grecas sonaban a flamenco pero traspasaron sus ritmos y melodías con influencias del soul, el punk y el rock. Los Chorbos, de Caño
Roto, Los Chichos, del Pozo del Tío Raimundo, o los Chunguitos, de Vallecas, fueron otros
grupos representantes de la nueva “Rumba Madrileña”, sonido recogido y comercializado
especialmente por el sello discográfico Acropol.
Durante la Movida Madrileña, los aficionados al flamenco encontraron en Madrid lugares muy distintos donde disfrutar de esta música. El tablao Casa Patas (hoy cerrado a consecuencia de la pandemia COVID-19) y el Candela son los más emblemáticos de aquel
tiempo. Las paredes de la “cueva del Candela” fueron testigo de actuaciones clandestinas,
donde en más de una ocasión participaron Camarón, Paco de Lucía, Pepe Habichuela, o Enrique Morente. En este ambiente surgieron nuevos músicos como Ray Heredia, Ketama o
la Barbería del Sur, que supieron hibridar el flamenco con músicas e instrumentos de otras
latitudes, sin olvidar el cante y el toque clásico. Siguiendo la estela de Edgar Neville, el director madrileño que en 1952 rodara “Duende y Misterio del Flamenco”, con éxito y prestigio internacionales, entre 1981 y 2010, Carlos Saura rodó su trilogía flamenca (Bodas de
Sangre, Carmen, y El Amor Brujo) y dos documentales (Flamenco, y Flamenco, Flamenco). También Vicente Escribá rodó en 1989 Montoyas y Tarantos. El cine ha sido pues
vehículo esencial de difusión internacional e intergeneracional, y de preservación del baile
de las mayores figuras del flamenco y la obra de los maestros.
Además de las salas dedicadas específicamente al flamenco, la Movida abrió otros lugares: Camarón actuó en la sala Rock Club, la Sala Revolver organizaba los “Lunes Flamencos” y la Sala Caracol, ofrecía conciertos de la generación del “Nuevo Flamenco”. En
Madrid surgieron festivales de música organizados por instituciones privadas y públicas, a
los que acudían los artistas flamencos del más alto nivel. En los años ochenta se iniciaron
proyectos culturales como las Noches Flamencas de Bellas Artes (1984-1986), Los Veranos de la Villa (1986-1989) o la Cumbre flamenca (1984-1986), a los que irán sumándose
festivales de flamenco por toda la Comunidad de Madrid hasta el día de hoy.
La tradición flamenca de Madrid y su apertura a nuevas propuestas ha posibilitado que
en la ciudad se siga pudiendo disfrutar de espectáculos flamencos de gran interés y excelencia artística. Los artistas flamencos radicados en Madrid siguen teniendo la posibilidad

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