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Bien de interés cultural –  Resolución de 28 de octubre de 2022, de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Paisaje Cultural, de la Dehesa de Sotomayor y Casa de la Monta, en Aranjuez
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B.O.C.M. Núm. 272

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MARTES 15 DE NOVIEMBRE DE 2022

En 1489 el Maestrazgo de Aranjuez fue incorporado a la corona, con lo que el monarca se convertía en el administrador principal de estos bienes acotando una extensa zona para
su disfrute personal.
En el reinado de Carlos I comenzaron a incorporarse directamente bienes de las Órdenes militares a la Corona, constituyendo un área de caza y recreo que se convirtió en el Heredamiento de Aranjuez primero y Real Sitio de Aranjuez después. Se trataba de agregaciones encaminadas a la formación de un “bosque para recreo”, dentro del ideal renacentista
del gusto por el mundo rústico. Así, hacia 1540 se incorporó la Encomienda de Oreja, destacando las dehesas de Sotomayor y El Parral, tierras ricas en pastos y lugar apropiado para
la cría y desarrollo del ganado caballar y mular.
En este momento se iniciaron algunas obras hidráulicas que serán luego desarrolladas.
Así, en 1530 se acometió la construcción de la presa del Embocador, para aumentar los riegos de la vega, de donde partía el caz de Sotomayor o de las Aves, que discurría por la margen izquierda del río.
Fue Felipe II quien otorgó la forma definitiva al territorio de Aranjuez, convirtiéndose para el rey en el lugar que ejemplifica los ideales antiurbanos, introduciendo la tradición
clásica de la villa como lugar de descanso, de contacto con la naturaleza. Construye un nuevo palacio, huertas, jardines, paseos arbolados, obras hidráulicas, en las que intervinieron
arquitectos como Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, o jardineros como Jerónimo
de Algora y Holbeque. Además, se creó toda una infraestructura hidráulica cuyas obras fueron dirigidas por Juan Bautista de Toledo.
Durante el siglo XVII no se llevaron a cabo cambios significativos. Felipe V realizó
obras en el palacio, jardines y caballerizas, pero no supusieron cambios sustanciales. Hasta que Fernando VI en 1750 encargó al arquitecto Santiago Bonavía el proyecto de una ciudad de nueva planta configurándose un modelo ideal de urbanismo ilustrado, un ejemplo de
ciudad racional y planeada, carácter esencial del sitio. Este núcleo enlazaba con los trazados del resto del territorio, formando un complejo donde se integran las actividades residenciales con las de ocio cortesano y con las productivas.
Bajo la dirección de Carlos III, el conjunto de Aranjuez se orientó hacia su configuración como una explotación agropecuaria ideal según criterios ilustrados, centrándose en la
reestructuración del sitio, donde se fundan diversas explotaciones agropecuarias comunicadas mediante calles arboladas, que articulan y unen los cuarteles en que se divide, destinados unos a la cría caballar y otros a la producción agropecuaria. Destaca la construcción de
la Casa de la Monta en la dehesa de Sotomayor. Aranjuez, además de Real Sitio, se convirtió en una ciudad agrícola, un centro de experimentación para la botánica, la agricultura y
la ganadería, junto a las funciones de ocio y recreo de la Corte.
Desde sus orígenes como Real Sitio para el ocio y el recreo regio, la presencia de caballos tuvo un particular protagonismo, para cuyo desarrollo se destinaron varias fincas, la
principal Sotomayor, pero también Villamejor, Campo Flamenco, Legamarejo o Las Infantas. Los maestres de la Orden de Santiago ya criaban caballos, tradición que continuó con
Carlos I y fue mantenida por Felipe II, estableciendo la yeguada real bajo la autoridad del
caballerizo mayor.
El siglo XVII no fue especialmente bueno para la real yeguada, lo que se agudizó durante la Guerra de Sucesión. Después, Felipe V intentó reorganizarla y recuperarla, pero no
resurgió hasta que en 1746 Fernando VI emitió una ordenanza en Aranjuez para proteger y
priorizar los pastos y dehesas para los caballos. En 1748 una nueva decisión real destinaba
la mayor parte de las dehesas del real sitio para pastos de caballos. Un año después la yeguada de Aranjuez superaba ya 600 animales.
Con la llegada al trono de Carlos III la yeguada recibió un gran impulso, lo que hizo
necesaria la ampliación y creación de nuevas instalaciones. Así, el 13 de agosto de 1761 el
rey mandó edificar un gran edificio en la dehesa de Sotomayor en sustitución de las antiguas caballerizas edificadas en tiempos de Felipe V. En 1848 se dividió la yeguada en cuatro secciones, quedando la primera y principal en Sotomayor para la reproducción de caballos de silla de pura raza española, lo que dio lugar a nuevas construcciones en la Casa de
la Monta.
Con la desamortización de los bienes de la corona llevada a cabo en 1868-1869, el Real
Sitio fue declarado desamortizable, aunque finalmente no fue incluido en la subasta, de forma que la corona mantuvo la Dehesa de Sotomayor. Después, tras la abdicación de Amadeo I, Sotomayor salió a licitación pública; sin embargo, el proceso fue interrumpido para
salvar la yeguada. Durante la regencia de María Cristina se mantuvo su uso ganadero, pero
bajo Alfonso XII la finca transformó su uso en agrícola, introduciéndose una serie de cultivos de regadío y arrendando las tierras.

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