Consejería De Cultura, Turismo, Jóvenes Y Deportes. Bienes De Interés Cultural. (2024040039)
Decreto 25/2024, de 26 de marzo, por el que se declara Bien de Interés Cultural el "Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida", de la localidad de Mérida (Badajoz), con carácter de Patrimonio Cultural Inmaterial.
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NÚMERO 63

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Martes 2 de abril de 2024

ANEXO
(Se publica, como anexo, un extracto de los informes emitidos por D. Santiago López Moreda, catedrático de
Filología Latina de la UEX, y D. José Luis Mosquera Müller, cronista oficial de la ciudad de Mérida, aportados
para la incoación del expediente, así como el contenido del informe emitido por la Real Academia de
Extremadura. Los citados informes y documentación íntegros a la que hace referencia el acuerdo de incoación
constan en el expediente administrativo correspondiente. Este expediente se podrá consultar en las
dependencias de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural (Avenida Valhondo, s/n.
Módulo 4, Planta 2ª, 06800 Mérida, Badajoz) por las personas interesadas en el procedimiento, de acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 12 y siguientes de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso
a la información pública y buen gobierno y el artículo 15 y siguientes de la Ley 4/2013, de 21 de mayo, de
Gobierno Abierto de Extremadura).

EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO CLÁSICO DE MÉRIDA
Los inicios del Festival.
En 1910, Enrique Salanava escribe en la revista “Por esos mundos” un artículo en el que alude al
sueño de recuperar el teatro de Mérida para el uso para el que fue diseñado: “D. José Ramón
Mélida abriga la esperanza de poder excavarlo todo para descubrir en su totalidad graderías y
escenario y reconstruir la escena, y hasta representar a ser posible, como en aquellos tiempos
de grandeza y poderío, cual se viene efectuando en el Teatrero romano de Orange, en Francia.
Esto resultará un positivo ingreso si la idea llega a realizarse totalmente y será una hermosa nota
de cultura para nuestro país” (Álvarez Amaro 2022: 24).
No pasará mucho hasta que este asunto se plantee de nuevo, pues a finales de 1911, con motivo
de la visita de Jorge Bonsor a las excavaciones arqueológicas en el teatro, aquel apunta la
posibilidad de llevar a cabo representaciones teatrales, conciertos y juegos florales anuales en el
espacio arqueológico (Álvarez Amaro 2022: 25).
José Ramón Mélida ya tenía en su cabeza esa posibilidad, y su relación con el mundo del teatro
comenzaría a ser estrecha en los años siguientes, especialmente con María Guerrero. Ya en abril
de 1915, hay noticias de una primera visita de la actriz y su marido a las excavaciones de Mérida.
Pero ciertamente la historia del Festival arranca en 1924 cuando un grupo de estudiantes de
Badajoz representan “Cautivos” de Plauto en el teatro romano recientemente recuperado. José
Ramón Mélida después convenció a Margarita Xirgú y a Miguel de Unamuno para adaptar la “Medea”
de Séneca, que se representó el 18 de junio de 1933.
El propio Unamuno y el presidente de la República, Manuel Azaña, asistieron a la representación
de “ Medea”, “ representación memorable” (Diario “El Sol”) de la que iba a ser la tragedia más
representada en la historia del Festival. Miguel de Unamuno escribía en el diario “ Ahora” de Madrid:
“El Teatro de Mérida, a cielo abierto de España, ha sido desenterrado- ¡tanta tradición hispano-romana
por desenterrar!...- gracias sobre todo, al benemérito Mélida, y hoy, al sol, nos habla de un secular
pasado de grandeza. Todo lo que se hizo durar para siempre vuelve a ser restaurado, de una o de otra
manera; sólo perecen las ruinas que se construyeron como tales, queriendo o sin quererlo...”.
Tras la interrupción de la guerra civil, en 1939 se representó la “Aulularia” de Plauto, por
el Carro de la Farándula; después “Fedra” de Séneca, por un grupo de Teatro Universitario. José
Tamayo tuvo el empeño de que las representaciones tuvieran una cita anual con los mitos clásicos
y los mitos escénicos hasta el día de hoy. El Festival se planteaba así dos cuestiones: qué clásicos
representar y en qué escenarios.
En 1955, se da respuesta a ambos interrogantes al aceptar las tragedias de Shakespeare: “Julio
César”, en versión de José María Pemán, que hace transcurrir uno de sus actos en el Anfiteatro.
Teatro y anfiteatro quedaban así como lugares de representación hasta el día de hoy. También se
aceptaría, con acierto, a los dramaturgos inspirados en el mundo clásico, especialmente
renacentistas y neoclásicos, españoles, europeos y universales de prestigio.
En 1956, el “Tyestes” de Pemán con Francisco Rabal plantea los límites de “actualizar” a los
clásicos. Y en este contexto, la ”Orestíada”, en la que Tamayo empleó más de doscientos
comparsas, caballos, teatro y anfiteatro, alcanzó tal éxito que en menos de un año contó con 185
representaciones. Su espectacularidad se repitió con la “Numancia” de Cervantes el año 1961 en el
Anfiteatro.