Consejería De Cultura, Turismo Y Deportes. Bienes De Interés Cultural. (2023061171)
Resolución de 16 de marzo de 2023, de la Consejera, por la que se incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural a favor del "Conjunto de Hornos de Magacela" en el término municipal de Magacela (Badajoz), con la categoría de Lugar de Interés Etnológico.
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NÚMERO 66
22116
Miércoles 5 de abril de 2023
ANEXO I
CARACTERIZACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LA DECLARACIÓN COMO BIEN DE
INTERÉS CULTURAL
Introducción.
La arquitectura tradicional forma parte del sello antrópico del paisaje. Cuando en el momento
presente se debate en torno a los conceptos naturaleza y cultura, no hay que olvidar que la
realidad abarcable empíricamente, a través de nuestros sentidos, es ciertamente resultado
de la imbricación entre ambos, pues del mismo modo que no existe cultura sin naturaleza,
tampoco existe naturaleza sin cultura. En ese sentido, a través de la acción humana sobre el
entorno, consciente e inconscientemente, se generan agroecosistemas, fruto de la transformación los primigenios biomas en espacios humanizados, sin los cuales es imposible entender
el paisaje, pues la personalidad de este se fragua mediante la fusión entre los condicionantes
ecológicos y la acción de la tecnología.
Durante gran parte de la historia humana, la acción sobre el entorno se adaptó a los condicionantes ambientales, de hecho, la agricultura, la ganadería y el asentamiento en diferentes
parajes estaban condicionados por el clima, los suelos y la disponibilidad de recursos, pues
la tecnología no tenía posibilidades de forzar los límites impuestos por la naturaleza. La arquitectura tradicional es una referencia fundamental que nos habla de la capacidad humana
para adaptarse al entorno haciendo uso de escasos recursos tecnológicos; y lo hace a través
del uso de los materiales disponibles, a la pendiente y no recurre a fuentes de energía para
aislar a los inmuebles del frío y el calor que incurran en consumos energéticos que disparan
el metabolismo social en nuestras sociedades industriales y posindustriales.
Del mismo modo, se trata de construcciones con gran sentido de la funcionalidad, poco dadas
a retoques y complejos barrocos que trasciendan las necesidades humanas relacionadas con
procurarse abrigo, alimento y aislarse del entorno, pues al fin y al cabo, una de las bases
para entender la cultura, en términos antropológicos, es la capacidad de los colectivos para
hacer frente a las contingencias del medio a base de procesos mentales, adaptados, eso sí,
al medio, los cuales no dependen de la herencia genética, sino de procesos de aprendizaje
en el seno del grupo. Los humanos construimos viviendas y las aislamos del frío o del calor,
al contrario que otras especies, cuya adaptación, en ese sentido, viene dada por procesos
biológicos, marcados por la Selección Natural, que permiten a los organismos adaptarse, respectivamente, a entornos con limitaciones y ventajas diferenciales.
El Plan Nacional de Arquitectura Tradicional, aprobado en el año 2014, por el Ministerio de
Cultura y Deporte, concluye que este ingente patrimonio se relaciona con las estrategias hu-
22116
Miércoles 5 de abril de 2023
ANEXO I
CARACTERIZACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LA DECLARACIÓN COMO BIEN DE
INTERÉS CULTURAL
Introducción.
La arquitectura tradicional forma parte del sello antrópico del paisaje. Cuando en el momento
presente se debate en torno a los conceptos naturaleza y cultura, no hay que olvidar que la
realidad abarcable empíricamente, a través de nuestros sentidos, es ciertamente resultado
de la imbricación entre ambos, pues del mismo modo que no existe cultura sin naturaleza,
tampoco existe naturaleza sin cultura. En ese sentido, a través de la acción humana sobre el
entorno, consciente e inconscientemente, se generan agroecosistemas, fruto de la transformación los primigenios biomas en espacios humanizados, sin los cuales es imposible entender
el paisaje, pues la personalidad de este se fragua mediante la fusión entre los condicionantes
ecológicos y la acción de la tecnología.
Durante gran parte de la historia humana, la acción sobre el entorno se adaptó a los condicionantes ambientales, de hecho, la agricultura, la ganadería y el asentamiento en diferentes
parajes estaban condicionados por el clima, los suelos y la disponibilidad de recursos, pues
la tecnología no tenía posibilidades de forzar los límites impuestos por la naturaleza. La arquitectura tradicional es una referencia fundamental que nos habla de la capacidad humana
para adaptarse al entorno haciendo uso de escasos recursos tecnológicos; y lo hace a través
del uso de los materiales disponibles, a la pendiente y no recurre a fuentes de energía para
aislar a los inmuebles del frío y el calor que incurran en consumos energéticos que disparan
el metabolismo social en nuestras sociedades industriales y posindustriales.
Del mismo modo, se trata de construcciones con gran sentido de la funcionalidad, poco dadas
a retoques y complejos barrocos que trasciendan las necesidades humanas relacionadas con
procurarse abrigo, alimento y aislarse del entorno, pues al fin y al cabo, una de las bases
para entender la cultura, en términos antropológicos, es la capacidad de los colectivos para
hacer frente a las contingencias del medio a base de procesos mentales, adaptados, eso sí,
al medio, los cuales no dependen de la herencia genética, sino de procesos de aprendizaje
en el seno del grupo. Los humanos construimos viviendas y las aislamos del frío o del calor,
al contrario que otras especies, cuya adaptación, en ese sentido, viene dada por procesos
biológicos, marcados por la Selección Natural, que permiten a los organismos adaptarse, respectivamente, a entornos con limitaciones y ventajas diferenciales.
El Plan Nacional de Arquitectura Tradicional, aprobado en el año 2014, por el Ministerio de
Cultura y Deporte, concluye que este ingente patrimonio se relaciona con las estrategias hu-