Comunidad Autónoma de Extremadura. III. Otras disposiciones. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2025-10309)
Resolución de 26 de marzo de 2025, de la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes, por la que se incoa expediente de declaración de bien de interés cultural a favor de la «Plaza de toros», de la localidad de Trujillo (Cáceres), con la categoría de monumento.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 24 de mayo de 2025
Sec. III. Pág. 68785
siguientes de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la
información pública y buen gobierno, y los artículos 15 y siguientes de la Ley 4/2013,
de 21 de mayo, de Gobierno Abierto de Extremadura.
ANEXO I
Caracterización y justificación de la declaración como bien de interés cultural
Localización del bien
La plaza de toros de Trujillo se localiza al sureste de la localidad, cerca de la entrada
en la ciudad desde el este por la carretera EX-208 o avenida Virgen de Guadalupe. Esta
zona es conocida como «Ronda Plaza de toros». La plaza es un edificio exento por
todos sus lados, si bien en el lado sur tiene adosados los corrales de la plaza y otra
propiedad. En el lado este, junto a la plaza, se sitúa un pozo de grandes dimensiones,
seguramente relacionado con el coso. En una zona próxima, se conservan algunos
restos arquitectónicos de la desaparecida ermita de la Piedad.
Historia del bien. Antecedentes
Las primeras corridas de toros en Trujillo tuvieron lugar, como era costumbre, en la
plaza Mayor de la localidad. El cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos Rubio,
estudia los antecedentes históricos de esta plaza junto a Raúl Gómez Ferrerira, en la
obra «Ermitas, oratorios y capillas callejeras de Trujillo y sus consideraciones
constructivas» (Cáceres, 2020). Respecto a los antecedentes más lejanos en el tiempo
de la plaza, sabemos que, en 1648, con motivo de la visita de Felipe III a la localidad, se
celebró un festejo taurino en su plaza Mayor. Ya en el siglo XVIII, existió una plaza de
toros, que debió de ser de madera, en las proximidades de la actual y al lado de la
desaparecida ermita de la Piedad (cuyos restos arquitectónicos descontextualizados y
reutilizados como elementos decorativos están colocados en una isleta en las
proximidades de la plaza), pero que resultó destruida, o muy dañada, durante la Guerra
de Independencia por las tropas francesas. Esta primitiva plaza era propiedad de la
ermita de la Piedad que, en 1809, aún tenía pleno dominio sobre ella. Con motivo de la
peste colérica, se intentó instalar en ella un lazareto (puesto que su ubicación, a las
afueras de la población, era la acostumbrada en estos casos), por lo que el ayuntamiento
solicitó autorización para ello a la cofradía de la ermita.
En 1846, se formó una sociedad de vecinos parar reedificar la derruida plaza, según
reza el libro de acuerdos del Archivo Municipal. Los dos primeros acuerdos del acta
primera se fechan a dieciocho de agosto, y dicen lo siguiente:
«1.º ...Se nombra una Comisión compuesta del Señor Marqués de la Conquista,
don Vicente Hernández, don Santiago Martínez, don Hermenegildo Moreno y don
Secundino de la Pelilla. Don Hermenegildo Moreno, con el carácter doble de depositario
de los fondos de esta sociedad.
2.º El objeto de esta Comisión era averiguar a quién pertenece en propiedad la
plaza que se trata de reedificar.»
Días más tarde, la mencionada Comisión se dirige al Ayuntamiento en relación con la
compraventa de la ruinosa fábrica. El concejo comisionó al regidor, Pedro Pedraza y al
síndico, Guillermo Martínez, para averiguar la propiedad del edificio arruinado y saber si
era posible la venta de sus restos, pudiendo certificarse ese mismo año que no había
impedimento para la venta. Conforme a este acuerdo, se formalizó el expediente de
venta, abriendo la sociedad citada una suscripción de acciones, con un valor de mil
reales cada unidad, con objeto de poder formalizar el proyecto. Se adquirían ciertos
derechos en relación con el uso de la plaza. En 1847, el Ayuntamiento vendió el terreno
y materiales aprovechables de las ruinas mencionadas a la citada sociedad, al precio de
quinientos reales. Madoz, en su famoso «Diccionario Geográfico Estadístico Histórico»
cve: BOE-A-2025-10309
Verificable en https://www.boe.es
Núm. 125
Sábado 24 de mayo de 2025
Sec. III. Pág. 68785
siguientes de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la
información pública y buen gobierno, y los artículos 15 y siguientes de la Ley 4/2013,
de 21 de mayo, de Gobierno Abierto de Extremadura.
ANEXO I
Caracterización y justificación de la declaración como bien de interés cultural
Localización del bien
La plaza de toros de Trujillo se localiza al sureste de la localidad, cerca de la entrada
en la ciudad desde el este por la carretera EX-208 o avenida Virgen de Guadalupe. Esta
zona es conocida como «Ronda Plaza de toros». La plaza es un edificio exento por
todos sus lados, si bien en el lado sur tiene adosados los corrales de la plaza y otra
propiedad. En el lado este, junto a la plaza, se sitúa un pozo de grandes dimensiones,
seguramente relacionado con el coso. En una zona próxima, se conservan algunos
restos arquitectónicos de la desaparecida ermita de la Piedad.
Historia del bien. Antecedentes
Las primeras corridas de toros en Trujillo tuvieron lugar, como era costumbre, en la
plaza Mayor de la localidad. El cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos Rubio,
estudia los antecedentes históricos de esta plaza junto a Raúl Gómez Ferrerira, en la
obra «Ermitas, oratorios y capillas callejeras de Trujillo y sus consideraciones
constructivas» (Cáceres, 2020). Respecto a los antecedentes más lejanos en el tiempo
de la plaza, sabemos que, en 1648, con motivo de la visita de Felipe III a la localidad, se
celebró un festejo taurino en su plaza Mayor. Ya en el siglo XVIII, existió una plaza de
toros, que debió de ser de madera, en las proximidades de la actual y al lado de la
desaparecida ermita de la Piedad (cuyos restos arquitectónicos descontextualizados y
reutilizados como elementos decorativos están colocados en una isleta en las
proximidades de la plaza), pero que resultó destruida, o muy dañada, durante la Guerra
de Independencia por las tropas francesas. Esta primitiva plaza era propiedad de la
ermita de la Piedad que, en 1809, aún tenía pleno dominio sobre ella. Con motivo de la
peste colérica, se intentó instalar en ella un lazareto (puesto que su ubicación, a las
afueras de la población, era la acostumbrada en estos casos), por lo que el ayuntamiento
solicitó autorización para ello a la cofradía de la ermita.
En 1846, se formó una sociedad de vecinos parar reedificar la derruida plaza, según
reza el libro de acuerdos del Archivo Municipal. Los dos primeros acuerdos del acta
primera se fechan a dieciocho de agosto, y dicen lo siguiente:
«1.º ...Se nombra una Comisión compuesta del Señor Marqués de la Conquista,
don Vicente Hernández, don Santiago Martínez, don Hermenegildo Moreno y don
Secundino de la Pelilla. Don Hermenegildo Moreno, con el carácter doble de depositario
de los fondos de esta sociedad.
2.º El objeto de esta Comisión era averiguar a quién pertenece en propiedad la
plaza que se trata de reedificar.»
Días más tarde, la mencionada Comisión se dirige al Ayuntamiento en relación con la
compraventa de la ruinosa fábrica. El concejo comisionó al regidor, Pedro Pedraza y al
síndico, Guillermo Martínez, para averiguar la propiedad del edificio arruinado y saber si
era posible la venta de sus restos, pudiendo certificarse ese mismo año que no había
impedimento para la venta. Conforme a este acuerdo, se formalizó el expediente de
venta, abriendo la sociedad citada una suscripción de acciones, con un valor de mil
reales cada unidad, con objeto de poder formalizar el proyecto. Se adquirían ciertos
derechos en relación con el uso de la plaza. En 1847, el Ayuntamiento vendió el terreno
y materiales aprovechables de las ruinas mencionadas a la citada sociedad, al precio de
quinientos reales. Madoz, en su famoso «Diccionario Geográfico Estadístico Histórico»
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