III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-8174)
Decreto 26/2024, de 26 de marzo, por el que se declara bien de interés cultural el "Poblado de Zamarrillas", en el término municipal de Cáceres, con la categoría de sitio histórico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 23 de abril de 2024

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Tipología de la casa de campo en Cáceres
En una primera época, se construyen en el campo cacereño castillos y torres con
una función militar o al menos disuasoria. Desde finales del siglo XV, se unen a estos
cometidos los de tipo residencial y económico, constituyéndose como centros de la
explotación agropecuaria y emblema del poder y riqueza de sus dueños. Muchos se
completan desde entonces con nuevas dependencias residenciales y otras para el
recogimiento de cosechas y ganado. Más adelante, estas funciones, residencial y
económica, seguirán unidas en todas las grandes casas de campo, aunque sus modelos
y soluciones arquitectónicas evolucionan con el paso del tiempo.
En el siglo XV, se desarrolla definitivamente la casa-palacio campestre de estilo
renacentista, sin torres, con grandes y pétreos blasones heráldicos, mayor lujo,
habitaciones más amplias, y en general, con similar estructura y configuración que los
palacios urbanos cacereños, con sus atractivas fachadas de sillería.
Durante los siglos XVII y XVIII, las mejores construcciones campestres tienden a
constituirse con una característica figura cerrada, de forma casi cúbica, que se cubre con
un tejado, a cuatro aguas, sobre el que se levantan espadañas o pináculos, presentando
todavía su fábrica de mampostería, con sus habitaciones a uno y otro lado de un pasillo
central, que se extiende entre la puerta principal y la trasera de la edificación.
En el siglo XIX, se prodigan igualmente nuevas construcciones, ahora con un
marcado carácter historicista y ecléctico, con sus muros generalmente enfoscados y
enjalbegados, donde todavía siguen mostrándose los blasones y escudos heráldicos de
sus propietarios.
Las casas suelen estar ubicadas en sitio dominante, con amplia visibilidad, desde
donde controlar la mayor extensión posible de la finca, y asimismo en sitio que disponga
de agua en las proximidades, ya sea arroyo, pozo o fuente. En general, componen el
caserío una o varias casas para alojamiento del dueño y de los empleados, más otras
construcciones para atender las actividades de la explotación, entre las que se
comprenden tinados, cuadras, pajares o almacenes.
Las construcciones residenciales del dueño responden a una gran diversidad de
modelos: Castillos y torres medievales; casas fuertes; palacios y grandes mansiones
renacentistas, barrocas o eclécticas; así como caseríos y explotaciones de gran
sobriedad, con dedicación exclusiva a sus funciones domésticas y agropecuarias.
En cada explotación, suele desarrollarse una casa principal, que tiene al menos dos
pisos, empleándose en la planta inferior los servicios de mayor uso público o colectivo,
en los que suele figurar una capilla o ermita, así como los almacenes y dependencias
para empleados o para el ganado. Con frecuencia estos espacios disponen de bóvedas
de arista de ladrillo o de cañón. Los suelos se pavimentan con lanchas de cantería en
zaguanes y espacios principales, rollos o cantos rodados en corredores, caballerizas y
dependencias próximas a los corrales. En ocasiones, suelen reservarse para la familia
del guarda o casero algunas habitaciones de la planta baja, donde se incluye una cocina
de grandes proporciones o las llamadas cocina-hogar, con una gran campana y barro
cocido alrededor, que sirve tanto para cocinar como para calentar la casa.
El piso alto suele ser para uso exclusivo de los dueños, donde se emplazan los
más espaciosos salones, con una o varias chimeneas francesas, así como los
dormitorios y, a veces, un oratorio o capilla privada. Por lo general, estas
habitaciones se cubren con techumbres de madera, aunque otras veces la solución
es con bóvedas de piedra o ladrillo.
Las construcciones agropecuarias se articulan de alguna manera con la casa
principal y también con uno o varios corrales para el ganado. La forma más peculiar de
asociación entre estos elementos arquitectónicos recibe el nombre de muralla, la cual se
constituye por un patio espacioso, de forma cuadrangular, flanqueado en todos sus lados
por las diversas construcciones que constituyen la explotación.
En casi todas las casas de los siglos XVII y XVIII aparece un jardín, o restos de
haber existido, ocupando preferentemente una superficie regular delante de la fachada
principal de la casa, como todavía se puede ver en Zamarrillas.

cve: BOE-A-2024-8174
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Núm. 99