III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2024-8174)
Decreto 26/2024, de 26 de marzo, por el que se declara bien de interés cultural el "Poblado de Zamarrillas", en el término municipal de Cáceres, con la categoría de sitio histórico.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 23 de abril de 2024

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El terreno que ocupa es una prominencia rocosa, al filo de la llanura, que deja al sur
la estribación meridional de la sierra de los Alcoces y el Arropé, por parte del Trasquilón,
para ir a morir al ribero del Salor, por esta zona embalsado por la presa de Valdesalor,
que riega así estas tierras, propicias por tanto para el ganado lanar y bovino que pasta
en pradera. Hacia levante, y a una distancia de unos 2 kilómetros, comienza el término
de Torreorgaz.
El «Poblado de Zamarrillas» es un caserío de edificaciones robustas, varias de ellas
con empaque nobiliario, que están construidas a base de mampostería y piedra granítica
en sillarejos, y no muy mal conservadas, si exceptuamos algunas techumbres y el castillo
que domina el punto más alto, cuya traza se ha perdido en gran parte. También se han
perdido o están en completa ruina las edificaciones humildes, realizadas con material
más deleznable que, en su día, existirían y que no soportaron el abandono humano y los
avatares de los tiempos históricos, ejecutadas incluyendo algunos episodios bélicos
relativamente recientes.
Aspectos históricos
Este núcleo de población, aunque pequeño, está documentado, siempre adscrito a la
villa de Cáceres, ya desde el siglo XIV. Sin embargo, el origen de este caserío, como de
algunos otros también desaparecidos, tal vez habría que adscribirlo en una época
anterior, en las décadas siguientes a la conquista leonesa (1229), cuando comenzaron a
formarse los adehesamientos reales, que tenían por finalidad la defensa de las cabañas
ganaderas pertenecientes al Concejo y sus pastos para salvaguardarlas de las
incursiones de los rebaños mesteños que bajaban del reino de León. Esta facultad de
acotamiento, recogida en los Fueros, fue posibilitando la creación de cortijos o
incipientes caseríos cuando el aprovechamiento agro-ganadero creciente por las
repoblaciones permitió el asentamiento en estos pequeños núcleos que corrieron suerte
diversa, muchas veces efímera. El término de Cáceres era muy extenso, y se hacía
necesaria la creación de estos poblados, seguramente aprovechando, en ocasiones,
antiguos asentamientos romanos o árabes.
A la crisis demográfica del siglo XIV, por las epidemias de peste y la regresión en las
repoblaciones podría achacarse la desaparición de algunos poblados dispersos situados
en la tierra de Cáceres, pero también al aislamiento y a factores económicos adversos,
como podría ser la organización de la ganadería como aprovechamiento primordial en
detrimento de las tareas agrarias.
Para algunos autores Zamarrillas se desarrollaría más tardíamente, a finales del siglo XV
o principios del XVI, coincidiendo esta apreciación con la datación aproximada de los restos
más antiguos del poblado, que se encuentran en las ruinas de su casa fuerte o castillo.
A finales de la Edad Media, el prototipo de las más importantes casas de campo en
la tierra de Cáceres se caracteriza por su condición de casa fuerte, defendida por una o
varias torres, más muralla perimetral a veces. En ella se asocian las funciones
defensivas y las residenciales, así como las de tipo agropecuario con instalaciones
asociadas o incluidas en la casa principal, dedicadas al ganado y para los productos del
campo. Sin olvidar la función lúdica que desempeñan como lugar de recreo y
esparcimiento.
Este caserío, que no llegó a tener término propio, gozó de cierta prosperidad, a pesar
del peso cada vez más fuerte de la nobleza que iba en detrimento de los derechos de los
vecinos del poblado, los cuales vieron como la estructura primitiva, que surgió con el
asentamiento de los repobladores y los primeros repartos de tierras, evolucionó de forma
patente hacia el acaparamiento de bienes en manos de las oligarquías con poder en la villa.
Los repartimientos de tierras, que se hicieron en zonas más alejadas de la villa
cacereña, con la misma obligación colonizadora, recibieron el nombre de heredamientos,
por existir varios partícipes o herederos, cada uno con su asiento de labor, casa y demás
dependencias como establos y pajares, siendo la característica de las tierras agrupadas
en estas suertes el contar con un pequeño núcleo habitado que, a pesar de no llegar a

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