III. Otras disposiciones. COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2023-25754)
Acuerdo 100/2023, de 7 de diciembre, de la Junta de Castilla y León, por el que se declara Los Tolmos de Caracena (Soria), bien de interés cultural con categoría de zona arqueológica.
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Martes 19 de diciembre de 2023

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abedul o el pino, un entorno que ofreció buenas posibilidades para el desarrollo de una
economía ganadera basada en ovicápridos, bóvidos y caballos, de tipo pastoril, apoyada
en pequeños rebaños, si bien se sostiene que el grupo que ocupó Los Tolmos debió
hacerlo sobre todo en primavera-verano, dada la presencia de hogares fuera de los
lugares de habitación, lo que viene a demostrar que las cabañas, dado su reducido
espacio, sólo se utilizaron como protección nocturna. La temporalidad parece también
confirmada por las investigaciones sobre las especies animales encontradas y las fechas
de matanza de éstas. Su economía se veía completada por la actividad cinegética y por
la existencia de pequeños cultivos cerca del yacimiento, aspecto este último evidenciado
por los análisis polínicos y por la aparición de restos arqueológicos como dientes de hoz
y molinos.
En cuanto a la cultura material, se hallaron las típicas producciones cerámicas de la
época en la meseta, mayoritariamente lisas, aunque comparecen elementos de
decoración plástica, impresa e incisa, destacando los motivos en espiga, zig-zag o
retícula, así como, de manera mucho menos representada, la excisa y el boquique. Los
elementos metálicos encontrados son de cobre prácticamente puro y entre ellos se
hallaron un hacha plana, tres puntas de flecha con pedúnculo y aletas, una hoja plana de
un pequeño cuchillo y tres punzones cuadrangulares, elementos que coinciden
formalmente con los útiles en hueso. Este material trabajado sobre hueso está
representado por punzones para perforar pieles o cuero; otros con una zona posterior
destinada posiblemente al ajuste de un mango o a su utilización como leznas; otros
biapuntados con una finalidad posiblemente textil, ya que también se ha encontrado una
pesa de telar de cerámica, y por último algunos pequeños que pudieron utilizarse para la
decoración de cerámica. También se fabricaron espátulas, puntas de flecha, un pequeño
puñal, botones con perforación en «V» y colgantes, para lo que también utilizaron
colmillos de animales.
Entre el material lítico, menos variado y más escaso, destacan las hojas de hoz
realizadas en sílex y un conjunto de lascas y láminas de dorso denticulado, que junto a
los molinos barquiformes encontrados, confirman la existencia de una incipiente
agricultura, como ya se comentó en párrafos anteriores. También apareció un hacha
pulimentada, una punta de sílex y un perforador.
Dos milenios después, volvió a ser ocupado el lugar en época tardorromana,
probablemente a finales del siglo IV d.C., datación que procede tanto del hallazgo de
fragmentos de terra sigillata, como de la fecha postquam de dos monedas de Máximo
Arcadio. A este momento corresponden suelos de habitación, realizados con tierra
apisonada o con empedrados de pequeños cantos de río. En un sector diferente al de
estas estructuras de habitación, superpuesta también a la inhumación triple de la Edad
del Bronce, apareció una tumba infantil de época romana, cubierta por un
amontonamiento de piedra. La inhumación presentaba en la zona de los pies, al igual
que en la cabecera, sendas páteras de bronce decoradas con gallones apuntados,
aprisionadas por las piedras que formaban parte de la cubrición. La tumba tenía una
orientación E-W.
Existen evidencias de una última ocupación, de época probablemente medieval, a la
que se adscribirían algunas estructuras constructivas, aterrazamientos y viales, que
siguen siendo visibles a día de hoy.
Las características favorables del emplazamiento y la existencia de un poblamiento
humano a lo largo de casi 4000 años, en el que destaca, por su antigüedad y tipología, el
asentamiento estacional de gentes que levantaron y habitaron cabañas de entramado
vegetal, realizaron fuegos al exterior y de las que reconocemos varias inhumaciones del
Bronce Medio, datadas en la primera mitad del II milenio a. C., hacen de este uno de los
yacimientos arqueológicos más señeros de la época reconocidos e investigados en el
oriente de la meseta norte.

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