III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2022-14724)
Decreto 84/2022, de 28 de junio, por el que se declara bien de interés cultural "La Montería y la Rehala en Extremadura" con el carácter de patrimonio cultural inmaterial.
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No ocultamos, cambiamos o tergiversamos la información, simplemente somos un altavoz organizado de los boletines oficiales de España.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 216
Jueves 8 de septiembre de 2022
Sec. III. Pág. 124638
– Despedida y vuelta a casa.
Desde primeras horas de la mañana, los participantes han transitado por un período
liminal donde se han separado de la cotidianeidad. Según el tipo de montería, las
actitudes en las despedidas son diferentes, no obstante, independientemente de la
situación, el fin de la jornada marca una vuelta a la cotidianeidad dentro de un esquema
ritual, donde el montero vuelve a su condición habitual.
3.
Tipología de la montería en Extremadura.
Se describen monterías organizadas por sociedades locales de cazadores, peña de
monteros, montería comercial y montería mixta (comercial y de invitación). Hay
diferencias organizativas entre los distintos casos, y la participación en los diferentes
modelos influye en la definición de qué es la caza.
– Monterías en sociedades de cazadores.
La montería tiene un carácter social. Los puestos son reservados a los miembros de
la sociedad de cazadores. En este tipo de monterías los cazadores sueles conocerse
entre ellos, mantienen una relación cercana que contrasta con las monterías
comerciales. En algunos casos, incluso, las monterías tienen un carácter popular pues
se convierten en un acontecimiento social que integra a la población.
El orden dentro del patrón ritual montero se modifica en este caso por los
condicionantes meteorológicos. El sorteo es uno de los momentos rituales
característicos. La recogida, la despedida, implica el fin de la jornada y la reincorporación
a la cotidianeidad.
En las monterías sociales, los rehaleros y perreros son tratados como una parte más
de los participantes. No se distinguen de los monteros sino que, bien al contrario, son
una parte esencial y su trabajo es reconocido.
Las monterías se preparan con meses de antelación. Durante todo el año hay un
trabajo de gestión, de cebar el monte, de instalación de bebederos, observación de la
fauna... Se buscan los indicios que los animales dejen en la mancha y se realiza una
estimación, previendo así el número de puestos y rehalas necesarias.
Las diferencias geográficas suponen una estrategia distinta a la hora de colocar las
armadas y de soltar a los perros.
La financiación de las sociedades tiene dos vías: la cuota anual de los socios y la
venta de carne de las monterías.
Una de las modalidades organizativas de las monterías es la que realizan los
conocidos como clubs o peñas monteras. Tienen cierta similitud con las sociedades
locales de cazadores, en el sentido que su finalidad es la de facilitar a un grupo de
cazadores la práctica de la caza mayor. Las diferencias en las sociedades de cazadores
locales radican en que no tienen un coto local adscrito a un pueblo y en que sus
miembros pueden ser de diferente procedencia.
La organización se basa en un grupo de socios, con un presidente y su junta
directiva, que pagan una cuota anual para la participación en las monterías y actividades
organizadas. El colectivo tiene un origen basado en distintos vínculos, donde
predominan los de amistad y parentesco. Tienen un número limitado y para acceder a la
peña se tiene que estar avalado por algunos de sus miembros. Los mecanismos de
selección pretenden mantener la cohesión del grupo. Se busca un grupo homogéneo
cinegéticamente. La proliferación de peñas de monteros es una reacción a la
comercialización de la caza. Las cuotas de los socios son las que establecen las
posibilidades económicas para el arriendo de las fincas. Se pueden cambiar las fincas
que se montean cada año, aunque también suelen repetirse y crearse vínculos entre los
propietarios y las peñas. Frente a la comercialización, se establecen grupos vinculados
cve: BOE-A-2022-14724
Verificable en https://www.boe.es
– Peñas monteras.
Núm. 216
Jueves 8 de septiembre de 2022
Sec. III. Pág. 124638
– Despedida y vuelta a casa.
Desde primeras horas de la mañana, los participantes han transitado por un período
liminal donde se han separado de la cotidianeidad. Según el tipo de montería, las
actitudes en las despedidas son diferentes, no obstante, independientemente de la
situación, el fin de la jornada marca una vuelta a la cotidianeidad dentro de un esquema
ritual, donde el montero vuelve a su condición habitual.
3.
Tipología de la montería en Extremadura.
Se describen monterías organizadas por sociedades locales de cazadores, peña de
monteros, montería comercial y montería mixta (comercial y de invitación). Hay
diferencias organizativas entre los distintos casos, y la participación en los diferentes
modelos influye en la definición de qué es la caza.
– Monterías en sociedades de cazadores.
La montería tiene un carácter social. Los puestos son reservados a los miembros de
la sociedad de cazadores. En este tipo de monterías los cazadores sueles conocerse
entre ellos, mantienen una relación cercana que contrasta con las monterías
comerciales. En algunos casos, incluso, las monterías tienen un carácter popular pues
se convierten en un acontecimiento social que integra a la población.
El orden dentro del patrón ritual montero se modifica en este caso por los
condicionantes meteorológicos. El sorteo es uno de los momentos rituales
característicos. La recogida, la despedida, implica el fin de la jornada y la reincorporación
a la cotidianeidad.
En las monterías sociales, los rehaleros y perreros son tratados como una parte más
de los participantes. No se distinguen de los monteros sino que, bien al contrario, son
una parte esencial y su trabajo es reconocido.
Las monterías se preparan con meses de antelación. Durante todo el año hay un
trabajo de gestión, de cebar el monte, de instalación de bebederos, observación de la
fauna... Se buscan los indicios que los animales dejen en la mancha y se realiza una
estimación, previendo así el número de puestos y rehalas necesarias.
Las diferencias geográficas suponen una estrategia distinta a la hora de colocar las
armadas y de soltar a los perros.
La financiación de las sociedades tiene dos vías: la cuota anual de los socios y la
venta de carne de las monterías.
Una de las modalidades organizativas de las monterías es la que realizan los
conocidos como clubs o peñas monteras. Tienen cierta similitud con las sociedades
locales de cazadores, en el sentido que su finalidad es la de facilitar a un grupo de
cazadores la práctica de la caza mayor. Las diferencias en las sociedades de cazadores
locales radican en que no tienen un coto local adscrito a un pueblo y en que sus
miembros pueden ser de diferente procedencia.
La organización se basa en un grupo de socios, con un presidente y su junta
directiva, que pagan una cuota anual para la participación en las monterías y actividades
organizadas. El colectivo tiene un origen basado en distintos vínculos, donde
predominan los de amistad y parentesco. Tienen un número limitado y para acceder a la
peña se tiene que estar avalado por algunos de sus miembros. Los mecanismos de
selección pretenden mantener la cohesión del grupo. Se busca un grupo homogéneo
cinegéticamente. La proliferación de peñas de monteros es una reacción a la
comercialización de la caza. Las cuotas de los socios son las que establecen las
posibilidades económicas para el arriendo de las fincas. Se pueden cambiar las fincas
que se montean cada año, aunque también suelen repetirse y crearse vínculos entre los
propietarios y las peñas. Frente a la comercialización, se establecen grupos vinculados
cve: BOE-A-2022-14724
Verificable en https://www.boe.es
– Peñas monteras.