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Bien de interés cultural – Resolución de 6 de junio de 2024, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Zona Arqueológica, de la villa romana de “La Torrecilla”, en Perales del Río, Getafe (Madrid)
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BOCM
B.O.C.M. Núm. 145
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2024
Pág. 215
4. Enumeración de partes integrantes
Se consideran partes integrantes del bien la villa romana de “La Torrecilla” con todas las
estructuras documentadas que se conservan y la necrópolis de “El Jardinillo”, situada al sur
de la villa. También las parcelas adyacentes en las que se han localizado materiales y/o estructuras. Asimismo, quedan incluidos en el objeto de declaración los bienes o restos de la intervención humana presentes en el yacimiento susceptibles de ser estudiados con metodología
arqueológica, tanto si se encuentran en la superficie como si se encuentran en el subsuelo.
BOCM-20240619-57
con simples estucados de cal de color blanco, mientras que el resto de los alzados se ornamentaron con estucos polícromos y, en zonas muy concretas, con losetas blancas decoradas con relieves.
Se hallaron abundantes restos de estucos especialmente en el entorno de la sala absidiada que, con seguridad, ornamentaron sus paredes. Aunque menos frecuentes, se recogieron también en algunas estancias fragmentos de estucos polícromos de color verde, blanco
y rojo y negro.
Se recuperó también decoración parietal realizada en losetas de yeso con decoración
floral y geométrica en relieve, encontradas en la zona de tránsito al ábside donde apareció
el desplome in situ de pilastras y del arco que marcaría la comunicación entre las dos áreas
de la sala absidiada. A juzgar por la zona donde fueron encontrados estos revestimientos
debieron adornar el arco y las pilastras sustentantes que daban acceso al ábside.
Algunos de los fragmentos recuperados presentan incisiones realizadas sobre las superficies pintadas, ya secas. Se trata de grafitos en letra cursiva, no completos, y dibujos
geométricos entre los que se distingue una cadena de hexágonos oblongos de triple línea (a
modo de nido de abeja).
La necrópolis de esta fase se halla en “El Jardinillo”.
La fase III o de suelos negros corresponde al abandono o destrucción del viejo edificio para ocuparlo nuevamente como espacio productivo en los siglos V y VI d. C. Los niveles de ocupación se reducen al uso de ceniza en el sustrato de los pavimentos y a la construcción de muros o cierres de cierta solidez que afectan principalmente al área oriental. Se
construyeron además muros mal trabados a seco superpuestos a los anteriores.
En concreto, a partir del siglo V d. C. se documenta en el edificio residencial la redistribución y compartimentación de los antiguos ámbitos dando lugar a nuevas unidades espaciales, instalando un horno y abriendo silos de almacenamiento. La zona sur del edificio
se reutiliza completamente a excepción del aula de recepción que permaneció inalterada.
Durante esta fase, que abarca hasta el siglo VII d. C., la villa se abandona como residencia
señorial, pero no como estructura relacionada con la explotación agraria.
Las prospecciones geofísicas llevadas a cabo en el 2016, han demostrado la posibilidad de que la zona residencial tenga una extensión mayor, ya que sondeos realizados en las
esquinas muestran una continuación de los muros.
Hasta el momento, “La Torrecilla” es una de las villas romanas mejor conocida a
nivel científico en la Comunidad de Madrid. Se trata de una villa que cuenta con varias
habitaciones que, ya sea por sus dimensiones, por la presencia de formas arquitectónicas particulares o por el cuidado en la decoración, pueden ser identificadas como aulas
de representación.
Es particularmente interesante el análisis faunístico que ha permitido individualizar las
especies documentadas y reconstruir un modelo económico que combina la actividad ganadera (ovejas, cabras y vacas), el cuidado de aves de corral (gallinas y gansos) y la práctica
cinegética. El gran tamaño de los huesos de los gansos hace pensar que podría tratarse de
ejemplares sobrealimentados con el fin de obtener hígados hipertrofiados, muy apreciados
en la gastronomía romana.
3.2. Necrópolis “El Jardinillo”: la Necrópolis de “El Jardinillo”, situada a unos 200
metros de la villa, se descubrió en 1975. Se contabilizaron 16 tumbas con orientación dominante este-oeste y planta rectangular con ensanchamiento en la cabecera, siendo más estrechas en los pies. Se construyeron a partir de lajas de piedra caliza, tejas y ladrillos, cubiertas
a su vez por lajas de caliza. Se localizaron numerosos clavos que hacen pensar en la presencia de ataúdes de madera. Los ajuares son escasos, destacando una hebilla y un broche de
cinturón de placa rígida del siglo VI d. C. En las cercanías se localizaron dos monedas del
siglo IV d. C., un solidus de Honorio y una patena de bronce. La importancia del enclave radica en que proporciona datos relativos a la secuencia evolutiva de la villa y la naturaleza de
la ocupación en las fases más tardías, especialmente durante los siglos VI y VII d. C.
B.O.C.M. Núm. 145
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2024
Pág. 215
4. Enumeración de partes integrantes
Se consideran partes integrantes del bien la villa romana de “La Torrecilla” con todas las
estructuras documentadas que se conservan y la necrópolis de “El Jardinillo”, situada al sur
de la villa. También las parcelas adyacentes en las que se han localizado materiales y/o estructuras. Asimismo, quedan incluidos en el objeto de declaración los bienes o restos de la intervención humana presentes en el yacimiento susceptibles de ser estudiados con metodología
arqueológica, tanto si se encuentran en la superficie como si se encuentran en el subsuelo.
BOCM-20240619-57
con simples estucados de cal de color blanco, mientras que el resto de los alzados se ornamentaron con estucos polícromos y, en zonas muy concretas, con losetas blancas decoradas con relieves.
Se hallaron abundantes restos de estucos especialmente en el entorno de la sala absidiada que, con seguridad, ornamentaron sus paredes. Aunque menos frecuentes, se recogieron también en algunas estancias fragmentos de estucos polícromos de color verde, blanco
y rojo y negro.
Se recuperó también decoración parietal realizada en losetas de yeso con decoración
floral y geométrica en relieve, encontradas en la zona de tránsito al ábside donde apareció
el desplome in situ de pilastras y del arco que marcaría la comunicación entre las dos áreas
de la sala absidiada. A juzgar por la zona donde fueron encontrados estos revestimientos
debieron adornar el arco y las pilastras sustentantes que daban acceso al ábside.
Algunos de los fragmentos recuperados presentan incisiones realizadas sobre las superficies pintadas, ya secas. Se trata de grafitos en letra cursiva, no completos, y dibujos
geométricos entre los que se distingue una cadena de hexágonos oblongos de triple línea (a
modo de nido de abeja).
La necrópolis de esta fase se halla en “El Jardinillo”.
La fase III o de suelos negros corresponde al abandono o destrucción del viejo edificio para ocuparlo nuevamente como espacio productivo en los siglos V y VI d. C. Los niveles de ocupación se reducen al uso de ceniza en el sustrato de los pavimentos y a la construcción de muros o cierres de cierta solidez que afectan principalmente al área oriental. Se
construyeron además muros mal trabados a seco superpuestos a los anteriores.
En concreto, a partir del siglo V d. C. se documenta en el edificio residencial la redistribución y compartimentación de los antiguos ámbitos dando lugar a nuevas unidades espaciales, instalando un horno y abriendo silos de almacenamiento. La zona sur del edificio
se reutiliza completamente a excepción del aula de recepción que permaneció inalterada.
Durante esta fase, que abarca hasta el siglo VII d. C., la villa se abandona como residencia
señorial, pero no como estructura relacionada con la explotación agraria.
Las prospecciones geofísicas llevadas a cabo en el 2016, han demostrado la posibilidad de que la zona residencial tenga una extensión mayor, ya que sondeos realizados en las
esquinas muestran una continuación de los muros.
Hasta el momento, “La Torrecilla” es una de las villas romanas mejor conocida a
nivel científico en la Comunidad de Madrid. Se trata de una villa que cuenta con varias
habitaciones que, ya sea por sus dimensiones, por la presencia de formas arquitectónicas particulares o por el cuidado en la decoración, pueden ser identificadas como aulas
de representación.
Es particularmente interesante el análisis faunístico que ha permitido individualizar las
especies documentadas y reconstruir un modelo económico que combina la actividad ganadera (ovejas, cabras y vacas), el cuidado de aves de corral (gallinas y gansos) y la práctica
cinegética. El gran tamaño de los huesos de los gansos hace pensar que podría tratarse de
ejemplares sobrealimentados con el fin de obtener hígados hipertrofiados, muy apreciados
en la gastronomía romana.
3.2. Necrópolis “El Jardinillo”: la Necrópolis de “El Jardinillo”, situada a unos 200
metros de la villa, se descubrió en 1975. Se contabilizaron 16 tumbas con orientación dominante este-oeste y planta rectangular con ensanchamiento en la cabecera, siendo más estrechas en los pies. Se construyeron a partir de lajas de piedra caliza, tejas y ladrillos, cubiertas
a su vez por lajas de caliza. Se localizaron numerosos clavos que hacen pensar en la presencia de ataúdes de madera. Los ajuares son escasos, destacando una hebilla y un broche de
cinturón de placa rígida del siglo VI d. C. En las cercanías se localizaron dos monedas del
siglo IV d. C., un solidus de Honorio y una patena de bronce. La importancia del enclave radica en que proporciona datos relativos a la secuencia evolutiva de la villa y la naturaleza de
la ocupación en las fases más tardías, especialmente durante los siglos VI y VII d. C.