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Bien de interés cultural – Resolución de 22 de mayo de 2023, de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por la que se incoa el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, en la categoría de Sitio Industrial, de la Central Térmica de la Ciudad Universitaria en Madrid
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B.O.C.M. Núm. 132
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
LUNES 5 DE JUNIO DE 2023
plejo. Sin embargo, con la aprobación de la Ley de la Ciudad Universitaria de 1931 se proyectó la rebautizada como Central Térmica, con una producción centralizada en un edificio
externo que distribuyese calor mediante conducciones aisladas térmicamente.
Se diseñó un sistema independiente y centralizado, completamente inédito e innovador en el territorio nacional, que tomó como imagen los ejecutados en Estados Unidos, concretamente la Power House de Harvard y la Heating Plant de Berkeley. Para ello, era necesaria una central térmica que se sirviera de varias subestaciones e intercambiadores
ubicados en los diferentes edificios del campus. En todo este proceso los dos autores fueron asesorados por la empresa Brown Boveri, encargada de proporcionar la maquinaria más
avanzada tecnológicamente. Finalmente el proyecto, además de la central térmica, acabó
abarcando la construcción de un entramado de galerías de distribución de aproximadamente unos 9.500 metros, y un total de doce subestaciones repartidas entre los diferentes edificios del campus.
El espacio albergó dos calderas Velox y una Borsig de carbón, que producían un total
de 15 millones de calorías por hora en marcha normal y 16,5 en marcha forzada, por lo que
el rendimiento total de la central térmica alcanzaba los 42 millones de calorías/hora con dos
ramales construidos.
La construcción del edificio finalizó en 1932 y quedó constituido por dos prismas rectangulares diáfanos de mismo ancho, pero distinta longitud y altura, colocados a noventa
grados y construidos en hormigón y ladrillo cocido. En cada uno se incluía un tipo de caldera distinto. En la nave alta se colocó la caldera Borsig de carbón cuyo desarrollo era vertical y se incluyó un remate semicircular mediante una cornisa de hormigón que pretendía
proteger la tolva de carbón de la entrada de agua. El espacio estaba conectado con el almacén, la báscula de camiones y el depósito de fuel. También contaba con dos cámaras de gases y un sistema de recogida de ceniza. Los gases producidos iban al deshollinador con el
que estaba conectado directamente, que almacenaba la ceniza y la expulsaba.
La nave baja contenía las dos calderas auxiliares Velox de combustión diésel —solo
usadas cuando la caldera principal estaba en mantenimiento o en picos de alta demanda.
También en esta zona se incluyeron tres grupos de autobombas que se encargaban de distribuir la calefacción en forma de vapor a los edificios conectados a la red. En la unión entre ambas naves se dispuso la chimenea común a las dos calderas.
Los autores decidieron proveer al inmueble de un carácter funcional propio de un edificio de servicios, sin despojarle de la poética especial que lo acabaría envolviendo. De este
modo, la central térmica viene a considerarse como la materialización de la ortodoxia moderna en valores tales como la economía, la higiene, la igualdad y otros aspectos menores
que hacen de ella un decálogo material de los preceptos básicos del Movimiento Moderno.
En su ejecución se sentaron las bases principales de ello con la racionalidad de las formas
mediante el uso de la geometría simple, que posibilitase una concepción dinámica del espacio, el uso de las nuevas tecnologías constructivas con nuevos materiales como el acero
o el hormigón, el empleo del color y el detalle constructivo en lugar de la decoración sobrepuesta, y la unión básica de la concepción arquitectónica y la producción industrial. De este
modo, el edificio pasó a convertirse en uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura racionalista y vanguardista de cuantas obras se construyeron en la capital antes de
la guerra.
Sus líneas desprovistas de cualquier ornamento o decoración muestran la desnudez del
ladrillo visto y del hormigón con resonancias de la mejor arquitectura racionalista holandesa y alguna influencia de los conceptos impulsados por el Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC).
Fueron sus rotundos volúmenes sencillos y simples acompañados de la inclusión aspectos como la ausencia de ornamento, la prioridad funcional, la repetición por seriación y
la simplicidad volumétrica, la ventana alargada, la cubierta plana o la separación de los edificios respecto al viario, lo que lo convirtieron en una de las piezas más innovadoras del
complejo universitario.
Tras los desperfectos sufridos durante la guerra, se encomendó a Eduardo Torroja la
reconstrucción del edificio. Torroja decidió reconstruir en estilo, es decir, de manera minuciosa y siguiendo los planos originales para dejar su apariencia tal cual se había proyectado y ejecutado diez años atrás. La obra fue inaugurada el 12 de octubre de 1943.
Durante los años setenta se produjo la división que dio como resultado la Universidad
Complutense de Madrid y la Universidad Politécnica de Madrid, por lo que los suministros
pasaron a escindirse y la central térmica dejó de suministrar a las sedes pertenecientes a la
Universidad Politécnica, aun cuando seguía teniendo la tecnología y capacidad suficiente
como para seguir abasteciendo a todo el complejo.
Pág. 237
BOCM-20230605-70
BOCM
BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
LUNES 5 DE JUNIO DE 2023
plejo. Sin embargo, con la aprobación de la Ley de la Ciudad Universitaria de 1931 se proyectó la rebautizada como Central Térmica, con una producción centralizada en un edificio
externo que distribuyese calor mediante conducciones aisladas térmicamente.
Se diseñó un sistema independiente y centralizado, completamente inédito e innovador en el territorio nacional, que tomó como imagen los ejecutados en Estados Unidos, concretamente la Power House de Harvard y la Heating Plant de Berkeley. Para ello, era necesaria una central térmica que se sirviera de varias subestaciones e intercambiadores
ubicados en los diferentes edificios del campus. En todo este proceso los dos autores fueron asesorados por la empresa Brown Boveri, encargada de proporcionar la maquinaria más
avanzada tecnológicamente. Finalmente el proyecto, además de la central térmica, acabó
abarcando la construcción de un entramado de galerías de distribución de aproximadamente unos 9.500 metros, y un total de doce subestaciones repartidas entre los diferentes edificios del campus.
El espacio albergó dos calderas Velox y una Borsig de carbón, que producían un total
de 15 millones de calorías por hora en marcha normal y 16,5 en marcha forzada, por lo que
el rendimiento total de la central térmica alcanzaba los 42 millones de calorías/hora con dos
ramales construidos.
La construcción del edificio finalizó en 1932 y quedó constituido por dos prismas rectangulares diáfanos de mismo ancho, pero distinta longitud y altura, colocados a noventa
grados y construidos en hormigón y ladrillo cocido. En cada uno se incluía un tipo de caldera distinto. En la nave alta se colocó la caldera Borsig de carbón cuyo desarrollo era vertical y se incluyó un remate semicircular mediante una cornisa de hormigón que pretendía
proteger la tolva de carbón de la entrada de agua. El espacio estaba conectado con el almacén, la báscula de camiones y el depósito de fuel. También contaba con dos cámaras de gases y un sistema de recogida de ceniza. Los gases producidos iban al deshollinador con el
que estaba conectado directamente, que almacenaba la ceniza y la expulsaba.
La nave baja contenía las dos calderas auxiliares Velox de combustión diésel —solo
usadas cuando la caldera principal estaba en mantenimiento o en picos de alta demanda.
También en esta zona se incluyeron tres grupos de autobombas que se encargaban de distribuir la calefacción en forma de vapor a los edificios conectados a la red. En la unión entre ambas naves se dispuso la chimenea común a las dos calderas.
Los autores decidieron proveer al inmueble de un carácter funcional propio de un edificio de servicios, sin despojarle de la poética especial que lo acabaría envolviendo. De este
modo, la central térmica viene a considerarse como la materialización de la ortodoxia moderna en valores tales como la economía, la higiene, la igualdad y otros aspectos menores
que hacen de ella un decálogo material de los preceptos básicos del Movimiento Moderno.
En su ejecución se sentaron las bases principales de ello con la racionalidad de las formas
mediante el uso de la geometría simple, que posibilitase una concepción dinámica del espacio, el uso de las nuevas tecnologías constructivas con nuevos materiales como el acero
o el hormigón, el empleo del color y el detalle constructivo en lugar de la decoración sobrepuesta, y la unión básica de la concepción arquitectónica y la producción industrial. De este
modo, el edificio pasó a convertirse en uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura racionalista y vanguardista de cuantas obras se construyeron en la capital antes de
la guerra.
Sus líneas desprovistas de cualquier ornamento o decoración muestran la desnudez del
ladrillo visto y del hormigón con resonancias de la mejor arquitectura racionalista holandesa y alguna influencia de los conceptos impulsados por el Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC).
Fueron sus rotundos volúmenes sencillos y simples acompañados de la inclusión aspectos como la ausencia de ornamento, la prioridad funcional, la repetición por seriación y
la simplicidad volumétrica, la ventana alargada, la cubierta plana o la separación de los edificios respecto al viario, lo que lo convirtieron en una de las piezas más innovadoras del
complejo universitario.
Tras los desperfectos sufridos durante la guerra, se encomendó a Eduardo Torroja la
reconstrucción del edificio. Torroja decidió reconstruir en estilo, es decir, de manera minuciosa y siguiendo los planos originales para dejar su apariencia tal cual se había proyectado y ejecutado diez años atrás. La obra fue inaugurada el 12 de octubre de 1943.
Durante los años setenta se produjo la división que dio como resultado la Universidad
Complutense de Madrid y la Universidad Politécnica de Madrid, por lo que los suministros
pasaron a escindirse y la central térmica dejó de suministrar a las sedes pertenecientes a la
Universidad Politécnica, aun cuando seguía teniendo la tecnología y capacidad suficiente
como para seguir abasteciendo a todo el complejo.
Pág. 237
BOCM-20230605-70
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