III. Otras disposiciones. COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA. Bienes de interés cultural. (BOE-A-2021-10817)
Decreto 40/2021, de 18 de mayo, por el que se declara el Puente del Conde, en los términos municipales de Aldeacentenera y Cabañas del Castillo (Cáceres) como bien de interés cultural, con la categoría de monumento.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Martes 29 de junio de 2021

Sec. III. Pág. 77905

Todo paisaje implica la interacción entre elementos naturales y antrópicos y supone
una mirada que reorganiza el espacio, en palabras del geógrafo Martínez de Pisón. Y en
esta dinámica, la arquitectura más constreñida al medio nos proporcionará la posibilidad
de analizar cómo los grupos humanos se adaptan al entorno en un contexto con escasas
posibilidades para transformarlo. De ahí la necesidad de someterse a la estacionalidad
climática, a las dificultades de la orografía, a la mayor o menor feracidad de los suelos y
a la necesidad de configurar un corpus de conocimientos (meteorológicos, geográficos,
geológicos, biológicos, relacionados con el control del agua) que permitan adaptarse al
entorno para obtener recursos para la propia reproducción social. A todo ello hay que
sumarles los condicionantes relacionados con el control de recursos estratégicos (tierras,
tecnología, etc.), lo que dará lugar a una relación con el espacio donde naturaleza y
cultura generarán una huella determinada, como ocurre en el marco físico donde
aparecen estos elementos, imposibles de entender si no se estudian como un todo.
De todas las arterias fluviales de la Extremadura que corresponde geológicamente con una
amplia zona de la provincia de Cáceres al viejo zócalo herciniano, rejuvenecido en el
plegamiento alpino, el río Almonte es el que nos permite comprobar la estructura original de unos
ríos de régimen pluvial que se abren paso a través de terrenos accidentados, cuyo sustrato se
compone de pizarras y otros elementos de gran antigüedad geológica.
Además de estas características geomorfológicas, la escasa feracidad de los suelos,
sumada a los veranos cálidos y secos mediterráneos, provoca que la vegetación circundante
del área se componga de especies como el acebuche, las jaras y las retamas, además de las
dehesas de encina de los terrenos cercanos con pendiente menos acusada.
En base a estos condicionantes, las formas de vida de estos lugares, en lo que se
refiere a la economía de subsistencia que pervivió hasta los años sesenta del pasado
siglo, se basaban en el cultivo de cereales recios (centeno), probablemente algunas
leguminosas y la ganadería caprina.
No obstante, el hecho de que el emplazamiento donde se ubican el puente, el molino
y las zahúrdas se convirtiera en un predio habitado permanentemente, provocó que el
entorno se forzara, con las limitaciones correspondientes de la tecnología preindustrial,
con objeto de obtener otra serie de recursos, todos ellos orientados al autoconsumo,
como puede observarse en el entorno del molino. En ese sentido, cerca del canal que lo
alimenta se comprueba la existencia de especies vegetales que nos indican que hasta
hace algunas décadas la zona tuvo actividad hortícola, gracias a la disponibilidad del
agua que era canalizada desde el río al molino y era aprovechada para el riego. La
relación entre los molinos y las huertas es especialmente interesante, si tenemos en
cuenta que estos agroecosistemas, por su dependencia constante del riego, no pueden
subsistir en nuestras latitudes muy alejados de los cascos urbanos, más allá de los
ruedos o campanas, con excepción de los parajes donde se ubicaran este tipo de
infraestructuras. La presencia de árboles caducifolios de gran porte como un fresno
(Fraxinus angustifolia) nos indica el papel que tenían como hitos o zonas referenciales.
Es por ello que el paisaje cultural configurado gracias al molino es de especial
importancia, permitiéndonos comprobar la evolución del mismo en los últimos setenta o
sesenta años; desde la última etapa de vigencia del agro tradicional a los tiempos
actuales. El puente es el vehículo que conduce al emplazamiento formada por el molino
y las zahúrdas, además de una vía de comunicación, no sólo física sino también
simbólica, entre el pueblo y las dehesas circundantes, y unos terrenos escarpados donde
se requiere gran pericia para adaptarse, aunque cuente con la ventaja diferencial del
cauce del río para ubicar el molino y reaprovechar el agua para el riego.
El puente se halla en el camino que unía la zona de Trujillo con la comarca de Las
Villuercas y las poblaciones de Roturas, Cabañas del Castillo, Solana, Navezuelas y
Guadalupe. Actualmente existe un nuevo puente, a escasos doscientos metros, en la
carretera que une la localidad de Aldeacentenera con Retamosa. Desde este nuevo
puente es posible acceder al Puente del Conde fácilmente.

cve: BOE-A-2021-10817
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Núm. 154