3. Otras disposiciones. . (2023/516-1)
Decreto 120/2023, de 6 de junio, por el que se inscriben en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, las Actividades de Interés Etnológico denominadas la Danza de los Locos y el Baile del Oso en el término municipal de Fuente Carreteros, la Danza de San Isidro Labrador en el término municipal de Fuente Tójar y la Danza de las Espadas en el término municipal de Obejo (Córdoba).
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BOJA

Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
Extraordinario núm. 16 - Viernes, 9 de junio de 2023

página 10103/6

I.IV. Datos históricos y etnológicos.
No existe documentación histórica sobre el origen de la Danza de los Locos. Sin
embargo, en las localidades carolinas, se cuenta tradicionalmente que hunde sus raíces
en la tradición centroeuropea y que la danza fue traída por los colonos procedentes
del Tirol que poblaron estas tierras en el siglo XVIII, cuando se fundó la colonia bajo el
auspicio del intendente Juan de Olavide. Tal teoría esgrime su relación con la festividad
infantil de San Nicolás, en Centroeuropa, donde el personaje del Santo recorre diversos
lugares acompañado de personas de forma muy parecida a «los locos» de Fuente
Carreteros. Así como con el Día de los Santos Inocentes, que rememora la matanza
ordenada por el rey Herodes. En la danza se sostiene que uno de sus componentes,
la «loquilla», simbolizaría a los recién nacidos, o al niño Jesús, y otros seis hombres,
ataviados con ropajes de mujer, representarían a las madres que, ante la suerte de sus
hijos, se vuelven «locas». Otras teorías señalan un origen medieval autóctono, unido a la
celebración del día de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre.
Además de estas interpretaciones populares sobre el significado y posibles orígenes
de la danza, existen otras menciones de la existencia de «danza de los locos» en la
provincia de Córdoba a finales del siglo XVI. Aranda Doncel, en su estudio sobre las
danzas en la festividad del Corpus Christi, describe una «danza de los locos», de la
siguiente manera: «Ocho locos con atuendos de colores y capirotes de tafetán. Delante
el maestro con vestido de frisa roja que porta un azote en una mano y en la otra una
pandereta. Los instrumentos se reducen a un tambor y cascabeles». Benito Mas y Prat,
investigador que estudió una fiesta similar en Écija, opina que este tipo de celebraciones
procedían de las danzas macabras medievales y que fueron los colonos alemanes
quienes las introdujeron en Andalucía.
En cuanto a la evolución cronológica la danza ha sufrido sus altibajos: prohibida
durante la Guerra Civil, se recuperó y celebró hasta 1951. La emigración de mediados
del siglo XX afectó a su continuidad y volvió a desaparecer, siendo definitivamente
recuperada en 1982, una vez constituidos los primeros ayuntamientos democráticos.
Depósito Legal: SE-410/1979. ISSN: 2253-802X

https://www.juntadeandalucia.es/eboja

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En todo el ritual festivo el comensalismo es un elemento definitorio de la Danza
de los Locos y el Baile del Oso ya que existe una gastronomía específica asociada a
esta manifestación, con estrecha vinculación al territorio, además de la pervivencia y
transmisión de unos saberes particulares; siendo importante dentro de esta actividad
el valor que se le atribuye a la comida y a su consumo compartido. Las mujeres más
vinculadas a la celebración, que en algunos casos además «visten locos», participan
también de manera directa en la elaboración de dulces y platos rituales que acompañan
durante todo el día a la danza. El día previo comienzan los preparativos: un grupo de
mujeres, entre ellas, algunas de más edad, acompañadas por sus hijas, nietas y otras
familiares se reúne en la Casa Grande para elaborar pestiños. La masa, a base de harina,
canela en polvo, agua y sal, vino blanco, zumo de naranja, clavos y aceite de oliva, es
preparada por las más mayores siguiendo una receta tradicional; luego, alrededor de una
mesa alargada, se reúnen todas las asistentes –una veintena–, redondean bolitas de
masa que aplanan a tiras para hacer los lazos en crudo y, posteriormente, freírlos en un
recipiente con aceite de oliva. Mientras realizan la faena, charlan y cantan en una animada
reunión a la que no suelen acudir hombres. Los pestiños serán ofrecidos al día siguiente,
en la plaza, acompañados de copitas de anís dulce para ayudar a combatir el frío.
Al concluir las danzas, el ayuntamiento ofrece en la Casa Grande un almuerzo para
todos los participantes, en cuya preparación también participan las mujeres. Se trata
de un potaje navideño característico local, cocido en un perol con capacidad para unas
cuatrocientas raciones, hecho de verduras y hortalizas, garbanzos, carnes magras de
cerdo, chorizos y morcillas carretereñas y vino de Montilla-Moriles. El potaje se sirve a
mediodía, tras la celebración de las danzas, a un precio simbólico, quedando su recipiente
como obsequio y recuerdo de los «locos» de Fuente Carreteros.